El Camino de Santiago no es la única ruta medieval que recorre Europa. La Vía Francígena es otra antigua peregrinación que hunde sus raíces en la espiritualidad del medievo, y que hoy se está recuperando.
La Vía Francígena, o Camino de Roma, es una vía que va desde Canterbury hasta Roma, que junto a Santiago de Compostela y Jerusalén han sido tradicionalmente los grandes destinos de las peregrinaciones cristianas. Por el camino atraviesa Francia y Suiza.
Dice la tradición que Sigerico, obispo de Canterbury, recorrió a pie los 1.700 kilómetros que le separaban de Roma en el año 990. El camino quedó documentado (pero solo en el regreso), y gracias a su testimonio hoy podemos recorrer esta histórica ruta. Sigerico caminó entre 20 y 25 kilómetros por jornada, en un total de 80 etapas.
Se considera como ruta oficial la que trazó Sigerico, aunque existen vías alternativas que se remontan hasta la Edad Media y que fueron cambiando en importancia según las circunstancias de cada época.
Todo apunta a que Sigerico no fue el primero en recorrer este camino sino que se limitó a seguir un itinerario que existía previamente. La relevancia del Camino de Roma era tal que no solo lo recorrían peregrinos, sino también comerciantes y viajeros.
La Vía Francígena en la actualidad
La Vía Francígena aún no ha alcanzado el grado de desarrollo del Camino de Santiago. Eso quiere decir que carece de las abundantes infraestructuras de la ruta compostelana, pero también permite vivir una experiencia auténtica de peregrinación.
No todas las etapas están igual de acondicionadas, encontrando distintos niveles de servicios e información en función de la región.
Las etapas han de ser planificadas con mayor cuidado que en el Camino de Santiago, pidiendo información local además de la que podamos encontrar en las guías. Al no haber una red de albergues establecida, es habitual depender de la generosidad de las gentes que nos encontremos por el camino.
Estas dificultades no amedrentan a los cada vez más numerosos peregrinos que recorren Europea por la Vía Francígena. No en vano, la idea de recorrer Europa y terminar en un destino como Roma resulta muy atractiva.
La aventura, la tranquilidad y la diversidad de paisajes empujan a muchos peregrinos que a su vuelta de Santiago todavía quieren más a emprender una nueva peregrinación por la Vía Francígena.