Cuenta la leyenda que tras la muerte del rey Olav Haraldsson de Noruega en una batalla por recuperar su trono, un ciego se acercó a su cuerpo y se frotó los ojos con su sangre. Milagrosamente el ciego recuperó la vista.
De esta forma se culminó un reinado decisivo para Noruega y surgió también una peregrinación que llevaría a devotos del norte de Europa a visitar la tumba de Olav, cuyas reliquias son consideradas milagrosas.
El rey Olav Haraldsson, también conocido como San Olav, es uno de los personajes más importantes de la historia medieval de Noruega y todo un símbolo para el país. San Olav, que vivió entre los siglos X y XI, culminó la cristianización del país y creó numerosas iglesias. La historia dice que ya herido de muerte, no dejaba de suplicar ayuda a Dios.
El rey recibió una sencilla sepultura al lado del río. Sin embargo, su cadáver fue exhumado más tarde y se descubrió que el cuerpo estaba intacto, aumentando así su fama de santo mártir. En esta ocasión fue enterrado en una capilla que luego evolucionó hasta convertirse en la actual Catedral de Nídaros, uno de los más grandes exponentes del gótico nórdico.
El Camino de San Olav hoy
El Camino de San Olav está compuesto en la actualidad por una red de rutas de más de 5000 kilómetros que concluyen en Trondheim, donde está enterrado. De estos caminos, el más importante es el que parte de Oslo y recorre 650 kilómetros hasta llegar a la Catedral de Nidaros.
A pesar de que la peregrinación cayó en el olvido con la reforma protestante, el pueblo noruego nunca perdió el cariño y devoción hacia San Olav. A finales de los años 90 se empezó a recuperar parte del camino y a dotarlo de señalización e infraestructuras para el peregrino.
Hoy el Camino de San Olav recorre el majestuoso paisaje nórdico con sus valles, lagos, bosques y claros, salpicados por pueblos y monasterios que nos recuerdan la historia de Noruega y las gestas del rey Olav.
Una propuesta irresistible para peregrinos y amantes del senderismo.