La primavera es una de las mejores épocas para hacer el Camino de Santiago, tanto por el clima como por la afluencia de peregrinos.
Puesto que la mayor parte de personas tienen vacaciones en verano, de abril a junio vas a poder disfrutar de un camino más solitario y auténtico. Los albergues están ya abiertos pero sin problemas de espacio. Y además, no tienes que soportar las altas temperaturas del estío ni el rigor del invierno.
La mochila del peregrino se reduce considerablemente en esta época del año, aunque también es cierto que hay que estar preparado para todo. Que sea primavera no quiere decir que no nos pueda sorprender un temporal o una inesperada ola de calor.
A la hora de preparar tu mochila para hacer el Camino en primavera, ten en cuenta que debes tener previsto los cambios frecuentes de las condiciones meteorológicas:
- Saco de dormir ligero: no lleves un saco muy pesado, piensa que vas a dormir a cubierto.
- Impermeable: en este caso basta con un chubasquero o impermeable fino, no es necesario que tenga una capa extra para protegerte del frío.
- Sudadera, jersey o chaqueta: aquí debes escoger una prenda de abrigo que te proporcione calor sin que resulte excesivo, y que no pese demasiado porque habrá días que tengas que llevarlo en la mochila.
- Pantalones largos finos o desmontables: los pantalones con cremallera son uno de los mejores aliados del peregrino, pero si no dispones de unos escoge cualquier pantalón largo que no te dé mucho calor.
- Dos o tres camisetas.
- Zapatillas o botas de trekking, con dos o tres meses de uso previos para no sufrir de rozaduras.
- Chanclas para la ducha del albergue y para descansar al final del día.
- Gafas de sol y crema protectora: incluso con el cielo nublado puedes quemarte.
Recuerda que la mochila no debería pesar más de un 10% de tu peso corporal, y todo lo que lleves de más terminará pasándote factura. Si te ves sorprendido por un brusco cambio de tiempo, será raro que no puedas comprar lo que necesites en alguna localidad del Camino.